En las estadísticas, Atlas tenía encima el peso de su historia. No sólo en los tres duelos de Liguilla ante el Santos los cuales había perdido (1993-94, Invierno 96, y Verano 2002). Hay infinidad de episodios registrados en los que los rojinegros estaban a las puertas del paraíso, con todas las ventajas a su favor.
Uno de los más recordados sucedió en la Copa Libertadores 2008. Eran los cuartos de final ante Boca Juniors. En la ida habían igualado 2-2. Con el empate, avanzaba el Atlas, y en la vuelta con el estadio Jalisco abarrotado parecía todo listo para trascender. Boca acabó el sueño con un 3-0 humillante.
Esta noche del 12 de mayo no era la excepción. Después del partido del pasado jueves en el que Zorros y Santos igualaron 0-0, el marcador también beneficiaba al equipo tapatío.
Era el momento de cambiar la historia.
Pero Santos junto con Pedro Caixhina tenían la última palabra. La ilusión terminó para el Atlas con los goles de Rentería y dos de Quintero para un 1-3 doloroso.
Tomás Boy consiguió su principal objetivo que era permanecer en Primera División. El boleto a la Liguilla fue una conquista insólita, y ahora queda negociar la renovación del contrato del 'Jefe'.
Santos por su parte, está del otro lado para enfrentar al Cruz Azul.
UNA FANTASÍA DE 15 MINUTOS
El estadio Jalisco era una fiesta infernal. Más de 45 mil aficionados gritaban para alentar a los rojinegros.
Tomás Boy estaba decidido a arriesgar para ganar. Omar Bravo iba de inicio junto a Matías Vuoso. Detrás de ellos, Lucas Ayala y José Luis Chávez, escoltados por Rodrigo Millar e Isaac Brizuela, se vislumbraba una propuesta ofensiva.
Santos no era la excepción con Hérculez Gómez, Andrés Rentería, Mauro Cejas, y Darwin Quintero.
Sin embargo, Atlas se transformó en un vendaval imparable.
Al minuto 4 se desató la ilusión. Rodrigo Millar disparó desde fuera del área, Oswaldo desvió y mandó a tiro de esquina. Se cobró, Erpen peinó de cabeza, y el balón quedó a la deriva a los pies de Omar Bravo, quien solamente empujó para cimbrar el estadio Jalisco pese a que el portero intentó sacar el esférico de la raya. Ni el abanderado ni el árbitro dudaron, y entonces miles de gargantas explotaron para celebrar la anotación. Era el gol que instalaba al Atlas en las semifinales. Era apenas el '5 del primer tiempo, y aún faltaba mucho por escribirse.
En los siguientes minutos, los rojinegros dominaron ampliamente el encuentro, se engolosinaron con la posesión del balón y alimentaron su ego al escuchar el coro de sus aficionados que se regocijaban con el "¡Olé!".
Atlas vivía sus mejores instantes, y quería prolongar esa sensación de triunfalismo hasta lo último.
LLEGA EL CAOS
El cuadro de Boy se sumergió en su zona de confort, y entonces Santos, con esos jugadores experimentados decidió no seguir perdonando como lo hizo en el duelo de ida en Torreón.
Al '15 se hilvanaron una serie de errores impresionantes. Cejas filtró al centro del área, Darwin punteó ante el titubeo de Ayala, Pinto no sujetó bien, y llegó Rentería para contrarrematar y empatar.
Con el 1-1, Santos se clasificaba, y obligaba al Atlas a ganar por cualquier marcador.
Al perder el control del partido, Atlas dejó de ser el equipo tocador y cada uno de sus servicios caían en los pies de sus rivales. La media cancha se extravió por completo con un José Luis Chávez impreciso.
Pero lo peor estaba por venir. Al '23, en una falta de comunicación entre defensa y portero, Erpen retrasó con la cabeza, y Pinto en su afán por adelantarse a Quintero, salió a cortar la asistencia, pero lo hizo con la mano fuera del área.
El árbitro Jorge Pérez no dudó y expulsó al chileno. Pinto, quien había sido el héroe en la ida, se puso ahora el traje del villano.
Boy no tuvo más remedio que sacrificar a un delantero y fue a Vuoso para así ingresar al novato debutante Alán López.
Atlas no mejoró en su funcionamiento, pero tuvo algunos brotes individuales a través de Brizuela, quien buscó a través de la gambeta y el disparo fuera del área. Pero era Santos el dueño del campo y el que más amenazante se mostraba. Así terminó el primer tiempo.
A Boy le quedaban 15 minutos de pausa para intentar acomodar sus ideas y trasmitirlas a sus jugadores para sacudirlos.
Con sólo 45 minutos para remontar, Atlas regresó, pero el estado de ánimo no era el mejor, y ante un Santos agigantado eso representaba rendirse.
Ya había ingresado Gerardo Lugo a la cancha, y el ex dirigido por el Jefe en Morelia, comenzó la jugada del fin de los Zorros. El lateral derecho desbordó, entregó a Rentería, centró, y ahora sí, Quintero cobró revancha por todas las que falló en la ida y no perdonó al '62 para el 1-2 lapidario que obligaba a los rojinegros a vencer por dos goles de diferencia.
Con todo en contra pero aún con minutos en el cronómetro, los miles de aficionados no cesaron en su motivación, mientras que en la cancha con más ímpetu que orden estratégico, los rojinegros buscaron acortar la distancia que los pusiera de vuelta en la batalla.
Los Zorros lucharon, emocionaron a su afición, pero el tiempo se fue acabando, junto con el sueño de avanzar a las semifinales.
Para arrojar más sal a la herida, Quintero hizo el tercero en tiempo de compensación. El desenlace fue triste, con Tomás Boy y Caixinha al borde de los golpes, y conatos de bronca entre rojinegros y santistas.
La última imagen fue mejor. Boy y sus jugadores agradeciendo a la afición el apoyo en una temporada que apuntaba para el descenso, y fue de ensueño.
La historia del Atlas se quedó igual, a un paso de la trascendencia.
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