Y en los diez años que Vergara lleva al frente del Club Guadalajara despidió de manera poco digna a dos de sus emblemas: Benjamín Galindo y Ramón Morales.
Hoy, en la búsqueda de la reconciliación con un público que cada vez se aleja más de su equipo y de las tribunas; regresan esos dos personajes que permanecían en el exilio.
Posiblemente, lo que sacudió a Vergara fue la austeridad en la despedida de la máxima figura en la historia de la institución rojiblanca, Salvador Reyes.
Quizá, con el conocimiento de que el técnico John van´t Schip en cualquier momento sería despedido, prefirió adelantarse a lo que sabía que pasaría, y antes de que otro equipo le ofreciera trabajo al Maestro, Chivas le abrió las puertas del retorno.
La respuesta de la afición en estos días ha sido favorable y se ha reflejado en los entrenamientos en Verde Valle.
Por lo tanto, el polémico empresario decidió cicatrizar otra herida más, la más ardiente de todas, y firmó la paz con Morales, quien ahora vuelve al Rebaño para trabajar en las fuerzas básicas con la intención de que en un futuro él tome las riendas del primer equipo.
La ruptura con Galindo no fue tan dolorosa como la de Ramón o Ramoncito como le dicen sus más fieles admiradores.
Lo de Benjamín fue un problema que el propio técnico atribuye más a fricciones con el entonces vicepresidente Néstor de la Torre, quien fue el que le avisó a mitad de un entrenamiento vespertino que estaba despedido. Todo porque en al arranque del Torneo de Apertura 2005, el de Tierra Blanca, Zacatecas se negó a que Adolfo Bautista asistiera a un programa de televisión.
El caso de Morales Higueras fue un golpe más duro. Al finalizar el Apertura 2009, Vergara y el entonces técnico José Luis Real decidieron que para el siguiente torneo el zurdo ya no entraba en planes pese a que aún le quedaban seis meses de contrato. La salida digna que le propusieron fue enviarlo a Chivas USA. Pero Morales dijo que él tenía contrato vigente con el primer equipo del Guadalajara y es él quien iba a decidir su destino y no los directivos ni el técnico.
Empezó entonces una guerra para desgastar a Ramón, marginándolo de los entrenamientos del primer equipo, de la pretemporada, y hasta de impedirle el ingreso a las instalaciones del club Verde Valle. El desenlace de la novela fue en diciembre de 2009, en la que Morales anunció en conferencia de prensa con voz quebrantada por el llanto, que pararía por seis meses para dejar terminar su contrato con Chivas y en junio de 2010 quedar libre.
El asunto no concluyó ahí, y después, Vergara en uno de sus eventos con su empresa de productos alimenticios declaró que "Ramoncito era un capitán chiquito".
Ya en el Apertura 2010, cuando Morales era jugador de Estudiantes Tecos, Vergara y la directora general del Club Guadalajara, Angélica Fuentes le entregaron una camiseta de Chivas con su número enmarcada en un cuadro, ante un estadio Omnilife lleno por primera vez en un partido oficial de aquel año. El obsequio no fue bien visto ni por el jugador, ni por los aficionados, que consideraron algo pequeño para los diez años en los que Morales se brindó al club.
Pero hoy, Jorge Vergara, después de un 2012 muy turbulento en el que había apostado por proyectar al Rebaño a nivel internacional con la asesoría del legendario Johan Cruyff, pero quien tuvo la osadía de señalarle que Chivas no tenía prestigio por haber obtenido tres títulos en cuarenta años; busca sanar las heridas, detener la hemorragia para así encontrar la redención ante una afición que no le perdonaba el maltrato a dos de sus ídolos más sagrados.
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