Y es que la noche de este sábado 15 de septiembre no era la mejor para un partido de fubol en Guadalajara. Al igual que en el resto del país, la gente estaba más interesada en festejar el grito de Independencia, de ver las peleas de box de Sául Canelo Álvarez, y Julio César Chávez junior. Y si no esos no eran motivos suficientes para no asistir al partido Atlas-Querétaro, se agregó una tormenta furiosa que empapó a los aproximadamente 21 mil 600 aficionados que se atrevieron a acudir y que resistieron hasta el final apoyando a sus equipos.
Ciertamente también había razones para estar presentes, sobre todo para todo aquel que se diga auténtico seguidor rojinegro. Era la presentación de Tomás Boy como técnico del Atlas en el Jalisco, y el morbo del enfrentamiento entre los dos equipos involucrados en la lucha por el no descenso.
Un duelo con antecedentes dolorosos para ambos. Una noche del Torneo de Apertura 2002, Gallos Blancos masacró al Atlas por 5-2, resultado que provocó la renuncia de Enrique Meza como timonel de los Zorros. En el Clausura 2007, Atlas cobró venganza al enviarlo al descenso en la última jornada.
Pero pesaron más los factores antes mencionados.
Con todas las circunstancias en contra, los Zorros del Jefe ofrecieron un primer tiempo agresivo en el que se manifestó el cambio en el esquema táctico el cual ya se había demostrado desde el partido de visita ante Monterrey que concluyó empatado 1-1.
Y ahora no fue la excepción. Boy ya lo había adelantado, si contaba con dos delanteros como Matías Vuoso y Héctor Mancilla no se iba a dar el lujo de desperdiciarlos.
Ambos atacantes estaban en el centro a la espera de los servicios de los medios volantes Alonso Sandoval y Flavio Santos, quienes se rotaban las bandas derecha e izquierda.
Al minuto 3 se presentó la primera de varias oportunidades para los rojinegros. El balón le llegó a Mancilla, solo por el centro del área, ingresó y avanzó, pero el portero Juan Castillo se arrojó a sus pies para arrebatarle el esférico.
Seguirían después más opciones que dejarían ir Gregorio Torres, Matías Vuoso, y cada vez Tomás Boy se desesperaba en su área. El Jefe gritaba, gesticulaba, volteaba a su banca y manoteaba incrédulo ante tanta falla.
Por su parte, Gallos, también con la presentación de Sergio Bueno como entrenador aguardaba, consentía, y paulatinamente crecía. El delantero uruguayo Carlos Bueno estaba aislado al frente, y también tuvo tres alternativas que desaprovechó.
Para la segunda parte, Querétaro comenzó a amenazar con anotar, y Atlas disminuyó su ataque por lo cual Boy decidió que era tiempo de darle la oportunidad a Sergio Santana para reforzar la ofensiva con Sergio Santana.
Sin embargo, lejos de calmarse la tormenta aumentó a niveles insólitos creando auténticas lagunas en la cancha que impedían el traslado del balón.
Prácticamente se jugaba ya sobre un lodazal, los jugadores se atoraban en el césped, el balón se quedaba, y los disparos a la portería llegaban sin fuerza a las manos de los porteros.
Boy buscó un último revulsivo sacando a Mancilla por Luis Bolaños. Pero no hubo mayor cambio en el accionar porque todo dependía más del factor climático.
Lo único positivo para Atlas es que sigue arriba de Gallos en la tabla porcentual en la lucha por el no descenso.
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