Y soltó el galope sobre el orgullo brasileño, en un relato que sólo los mexicanos de corazón soñaban se volvió realidad en la ciudad donde se originó este deporte hace más se un siglo.
Mas ni Lawrence, Carroll o Samson pudieron imaginar esta historia corta escrita sobre la cancha del Nuevo Wemble. Los dos goles de Oribe Peralta fueron sendos balazos echados de frente, a lo macho y las repercusiones trascienden a los anales del balompié azteca que marca Cin letras doradas su irrupción al recuento de los mejores.
Porque con verdad de perogrullo que ahora pesa mejor que nunca bajo el cielo estrellado de los aztecas modernos: Todo comienza con algo.
Y así abrió este equipo dirigido por Luis Fernando Tena, como enfrentó toda la travesía olímpica, aprovechando cualquier guiño del rival.
A los 28 segundos la zaga brasileña inició su propia pesadilla: Rafael tocó lateral a Sandro, pero Aquino les robó el bombón para pasárselo a Oribe, quien en los linderos del área clareó por abajo.
El incrédulo Brasil quiso reponerse pero no pudo. Ni tuvo la calma ni el esférico para emparejar. La marca ejemplar de la escuadra que ahora vistió toda de verde superaba a los habilidosos del Scratch, en la mayoría de las ocasiones con superioridad de tres a uno en cada palmo de terreno.
Hasta el 19' la verdeamarelha tocó a la puerta con tirito de Oscar a las manos de Corona y tuvo que ingresar el musculoso Hulk por el defensivo Alex, al 37', para inquietar a 'Chuy' con in bombazo que el guardameta mexicano sacó al vuelo.
Vendría lo mejor. En el complementario, estos Tricolores del nuevo 'disco duro' continuaron con su trabajo pulcro al defender y esta vez procuraron avanzar, haciéndolo de excelente forma. Primero vino el desparpajo de Marco Fabián, impactando su tiro de chilena en el larguero, y después vino al 74' un tiro libre, servido al área, donde apareció Peralta solo dos kilómetros a la redonda, para asestar su cabezazo asesino, el que victimó el último gramo de intención amazónica en el cotejo.
Entonces, la tradición se revirtió. Apareció entonces el 'toque' mexicano nublada apenas por el resquicio donde el endeleble Hulk escapó para marcar el del honor al 92'.
El mismo fortachón pudo ser el héroe de los suyos al servir un minuto después a Oscar en las barbas de Corona, pero como hace mucho tiempo predijo José Alfredo Jiménez para los brasileños, "ya estaba escrito que esta noche perdiera su amor"... La echó por arriba.
Rompiendo toda predicción, los charros del balón levantaron el puño para lograr lo que el exitoso Brasil sigue sin adjudicarse, el Oro Olímpico.
Epílogo excelso de la moraleja que todo México desea. El Tri se lleva en los brazos a su ahora reina, a punto de emprender su regreso al suelo lindo y querido, para comenzar a vivir juntos felices, esperando que sea por una vida duradera.
Por lo pronto, Wembley se transformó en chinampa. Y la pregunta obligada en esta fiesta para nunca olvidar es ¿de aquí a dónde?
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