Los Zorros perdieron la oportunidad de subir escalones para alejarse del último lugar de la tabla porcentual, sobre todo después de la derrota del Querétaro, y también de ubicarse en mejores posiciones en la tabla general.
En tanto Tigres, se afianza junto con Santos y León.
Un 0-0 que no correspondió a la euforia de las aficiones.
UN AMBIENTE DELIRANTE
El escenario era una locura. Pese a que el estadio Jalisco no se llenó, las tribunas lucieron mezcladas de camisetas rojinegras y amarillas con dos aficiones compitiendo por alentar a sus equipos. 24 mil 119 aficionados (según cifras oficiales) emitían cantos con el nombre de sus equipos por delante.
Del lado de Tigres, sus seguidores se ensañaron con su ex ídolo Héctor Mancilla que los llevó al título de Liga que se les negó por casi 30 años.
Y Atlas fue el que más se contagió del delirio. El equipo de Juan Carlos Chávez salió del vestidor con deseos de devorarse a su rival y copar cada rincón del campo de juego. Mientras, Tigres respetando ese estilo reservado de su técnico Ricardo Ferretti, esperó para recuperar pronto el balón y así congelar el ritmo intenso de su rival.
Sin embargo, el equipo norteño no lograba tener la posesión de la pelota que es uno de los principios básicos del Tuca.
Atlas era mejor en la cancha, explotaba la banda izquierda por medio de la gambeta de Alonso Sandoval, quien centraba para encontrar los remates de Héctor Mancilla y Sergio Santana. Por la derecha, el novato Juan Pablo Vigón también generaba inquietud en una desconcertada defensa de Tigres que encontró en Enrique Palos a su gran héroe. Al '3, Hugo Isaac Rodríguez dio el primer aviso con un sólido remate de cabeza que rechazó el portero.
Poco tiempo después, al '12, Sandoval envió un centro que no pudo conectar Mancilla, pero que rescató Vigón por derecha con la testa, pero otra vez Palos salvó.
El dominio del Atlas continuó, y Tigres tuvo su mejor oportunidad al '35 cuando Lucas Lobos dejó el balón para Elías Hernández solo ante Miguel Pinto, pero el ex de Monarcas se resbaló y ya no pudo generar más peligro.
Para la segunda parte, Tigres entró con mayor intensidad probablemente por indicación de Ferretti, y al '51 desperdiciaron una opción inmejorable de manera insólita. Lucas Lobos dejó atrás a los defensas rojinegros, envió su servicio desde la derecha, Pinto quedó vencido, y llegó Damián Álvarez para empujar, pero su tiro sólo rozó la base del poste ante la mirada atónita del público de la UANL, y de un incrédulo Tuca.
En la banca del Atlas, Chávez no esperó más y mandó a Matías Vuoso, quien se ha manifestado inconforme con su condición de suplente. El sacrificado fue Sergio Santana, quien ya juega como centro delantero como lo solicitó, pero que sin embargo sigue sin mostrarse.
Pero lejos de fortalecerse el ataque se hizo más inofensivo, Vuoso no hizo notar su presencia ni conectó con Mancilla, por lo cual Chávez hizo un ajuste más en la zona, sacó al chileno por Flavio Santos.
Y mientras los rojinegros se acomodaban, Tigres conservaba el balón y se tenía mayor presencia en el área de los tapatíos que debían alejar el peligro a pelotazos.
En un intento por animar a los jugadores, la Barra 51 recordó su viejo canto: "¡Vamos rojinegros, que esta noche tenemos que ganar!" Y luego: "¡Señores yo soy del Atlas, y lo sigo a todas partes donde va!, el cual creció de manera impresionante en el estadio. Para contrarrestarlos, los de Tigres sacaron sus pañuelos amarillos.
El cronómetro seguía su marcha y ambos equipos se enfrascaban en una batalla sorda en la media cancha sin poder generar un ataque.
Al final, Vuoso estuvo cerca de convertirse en el héroe, pero fue bien cubierto por un defensa de Tigres, y todo quedó en un empate que le otorgó un punto con un sabor agridulce.
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