Seguramente los jugadores de Morelia, y su técnico Rubén Omar Romano escucharon o leyeron las declaraciones de Vergara.
Si provocó molestia o no, Monarcas nunca exhibió pánico ante el sistema de Chivas, y desde los primeros instantes acechó a su rival que aparte del esfuerzo de siempre, no presentó nada novedoso en lo táctico.
El empate a diez minutos del final fue producto del coraje y orgullo por no seguir en caída libre luego de verse superado la mayor parte del partido.
El Guadalajara evitó perder tres puntos y se quedó con uno para llegar a dos, pero en el conjunto se nota una terrible confusión en el proceso de adaptación a una nueva propuesta que requiere tiempo, pero que un equipo que por historia está obligado a entregar resultados inmediatos, es evidente que se lo está devorando la presión.
En la banca, John van´t Schip se nota igual de incierto, voltea y dialoga con Eduardo Fentanes, uno de sus tantos auxiliares. Pero no hay respuesta, ni de uno ni de otro para encontrar la solución a la crisis de resultados.
MONARQUÍA EN EL OMNILIFE
El Rebaño fue un caos en el primer tiempo. Tan sólo tuvo el balón en su poder los primeros cinco minutos del inicio del partido.
Cuando Monarcas se percató del poco convencimiento de los jugadores de Chivas para aplicar su propuesta futbolística no hubo mayor grado de dificultad para asumir el mando.
El cuadro de Rubén Omar Romano comenzó a dar pequeños avisos de que iba a aprovechar los espacios concedidos por su rival que no termina por entender el sistema que ha pretendido implementar todo el proyecto que encabeza su asesor Johan Cruyff a través del técnico John van´t Schip.
Héctor Reynoso y Mario de Luna eran los dos centrales que simplemente no podían controlar los ingresos de Miguel Sabah y Jefferson Montero. Ambos zagueros quedaban solos porque por la derecha, Omar Esparza, quien se adelantaba no podía detener los arribos de Joao Rojas, y del otro lado, Abraham Coronado no alcanzaba en la carrera a Aldo Leao. El otro elemento de Monarcas que se agregaba era Carlos Adrián Morales.
Y mientras los defensas se ponían de acuerdo para las coberturas y distribuir mejor los esfuerzos, atrás de ellos, Luis Michel les gritaba desesperado para que se ordenaran porque Morelia era una amenaza constante.
Si en la parte baja había un descontrol, arriba tampoco había claridad. La ausencia de Luis Pérez en media cancha era notoria, ya que Patricio Araujo y Xavier Báez no son precisamente los talentosos para abastecer a los delanteros. La única aproximación de Chivas en la primera parte fue un tiro desde fuera del área de Márquez Lugo. Federico Vilar sólo observó el paso del balón rumbo a las tribunas.
La fragilidad del Rebaño alcanzó su límite al '33 en un tiro de esquina. Mauricio Romero vio venir el balón y aprovechó que nadie lo marcaba con fuerza para levantarse y rematar de cabeza para el 0-1.
Sin embargo, la fortuna tocó a Chivas. Báez recibió una falta en el área de Huiqui en el área lo cual provocó la ira del técnico de Monarcas, Rubén Omar Romano, quien descargó su furia sobre el cuarto árbitro Antony Zanjuampa. El desplante le costó la expulsión, pero Romano se quedó a presenciar la ejecución del penalti que falló Héctor Reynoso al entregar su disparo a las manos de Federico Vilar, y tras un par de aspavientos enfiló rumbo al vestidor.
Para el segundo lapso, Van´t Schip intentó ordenar sus piezas con un ajuste. Sacó al inadvertido Gringo Padilla por el delantero Erick Torres. A los diez minutos la mala suerte se acentuó sobre Chivas.
Jesús Sánchez, el más desequilibrante del equipo se lesionó el hombro en una mala caída y el técnico holandés debió realizar una modificación no prevista. El sustituto fue Carlos Fierro, pero el joven campeón del mundo Sub 17 no pudo hacer notar su explosividad.
Márquez Lugo se retrasó y al frente quedaron Arellano, Fierro, y el Cubo como centro delantero. La presencia de tanto atacante, lejos de intimidar o provocar un revulsivo, el Rebaño se confundió más.
El último cambio tampoco fue la solución. El novato Abraham Coronado abandonó la cancha para dejar su lugar a Christian Pérez.
Para empeorar la situación Márquez Lugo fue expulsado por una supuesta falta sobre Romero.
Pero Chivas reaccionó por orgullo. Al '75, Arellano centró por izquierda, y Báez conectó en el centro del área para el empate 1-1.
El estado anímico mejoró junto con sus aficionados que despertaron del letargo al encontrar diez jugadores que lucharon hasta el final por anotar un gol más que no llegó.
El Rebaño logró un empate, pero está a mucha distancia de ser el equipo que genere pánico tal como lo dice su dueño.
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