El 10 de mayo de 1987 el deporte de la entidad se enlutó por la volcadura del autobús en que viajaban los integrantes del equipo Gallos Blancos de la UAQ, en el que fallecieron Agustín Jiménez, René Montalvo y Gerardo "Pillo" Orona.
La escuadra de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) regresaba de Ciudad Victoria, Tamaulipas, donde había empatado 1-1 ante Correcaminos en el juego de "ida" de la final de ascenso de la Segunda División.
En aquella ocasión el chofer del camión conducía a exceso de velocidad, lo que junto con la lluvia que empezó a caer provocó la volcadura del vehículo en el kilómetro 67 de la carretera México-Piedras Negras.
Ante trabajadores del Querétaro FC y ex integrantes del equipo emplumado presentes en la ceremonia, el ex jugador y sobreviviente de aquella escuadra, Alejandro Palomares, narró su perspectiva del accidente a un cuarto de siglo de distancia.
"Nadie se imaginaba lo que nos deparaba el destino. Esa unificación de ideas y motivación que teníamos como equipo fue lo que nos motivó para auxiliar a los compañeros que estaban heridos para trasladarlos para su atención médica", recordó.
El encuentro de "vuelta" debía disputarse el 17 de mayo en el estadio Corregidora tras haber empatado 0-0 en la "ida" en casa de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, incluida una pena máxima detenida por el portero J. J. Torruco al minuto 62 a José Tobías, pero fue postergado hasta el 20 de junio por la Femexfut.
Las autoridades de la UAQ solicitaron al organismo rector del balompié que se descartara ese segundo partido y que ambos clubes ascendieran de forma directa, pero no se aceptó la propuesta.
A nueve días de la tragedia y aunque físicamente no estaban aptos para entrenar, el grupo volvió al trabajo en el Auditorio Arteaga, tras ser sometidos a exhaustivas revisiones médicas.
El 4 de junio se presentó en silla de ruedas para dirigir las prácticas a partir de entonces el técnico Luis Alvarado, quien eludió la muerte de milagro.
El encuentro de "vuelta" culminó 1-1, por lo que según el reglamento de competencia de aquella temporada obligó a la realización de un tercer partido de desempate, que se efectuó en el estadio Azteca el 23 de junio.
En el inmueble dos veces sede de una Final de Copa del Mundo se fueron hasta las penas máximas, tanda que ganó Correcaminos 5-3.
Palomares señaló que "quiero recalcar el compañerismo que había en ese tiempo y eso nos llevó al lugar donde llegamos (a la final). Desgraciadamente y por circunstancias que no estaban a nuestro alcance, no pudimos lograr lo que todos queríamos: el ascenso.
"Hoy en día los recordamos de esta manera como homenaje. Gracias a la directiva", puntualizó el ex jugador.
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